La campaña, al igual que una empresa, cuenta con un equipo de personas, invierte unos recursos, se desarrolla en unas fases, necesita una organización, dispone de un conocimiento, produce unos mensajes (productos), desarrolla una estrategia de comunicación (ventas).
En fin, comprende una serie de actividades similares a las de una empresa. Pero con una diferencia fundamental:
"Toda la campaña es una preventa, que se realiza durante un breve período de tiempo para vender en un solo día: ¡El día de elecciones!"
En cualquier empresa, si usted no cumplió sus metas durante el primer trimestre, hace los ajustes necesarios para que en el siguiente se pueda recuperar… y si no lo logra, le queda el siguiente semestre o aún el año próximo.
En una campaña electoral, es prácticamente imposible corregir los errores cometidos. Quizá los efectos sean tan desastrosos que el candidato jamás pueda volver a aspirar, o por lo menos deberá dejar mucho tiempo sin hacerlo.
En una campaña electoral, es prácticamente imposible corregir los errores cometidos.
Lo anterior indica que el margen de error es casi cero, por lo cual la planificación es el elemento central y esencial; una sola falla en el plan tira al traste todos los esfuerzos… ¡peor aún, si no hay plan!
Además, las campañas políticas son costosas, una razón adicional para no permitirse el lujo de dejar al azar las acciones que se desarrollan en ellas, como tampoco se deja en manos inexpertas el futuro de una empresa.
Es por todo esto que la acción debe estar basada en la planificación… y la planificación tiene como base la investigación:
Nada se hace sin planificación, y… ¡No se planifica sin Investigación!
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